Todo inversor tiene como objetivo obtener buenas rentabilidades, a ser posibles superiores a la de los índices de referencia.
Pero en el mundo de la inversión, batir al mercado no es precisamente sencillo. Y como se ha demostrado durante tantos años, solo unos pocos logran conseguirlo durante un tiempo prolongado.
Como se suele decir, si no puedes con tu enemigo, únete a él.
Por este motivo cada vez son más los inversores que optan por utilizar una estrategia de inversión pasiva.
En este sentido se han creado instrumentos de inversión para replicar exactamente la evolución de los mercados, entre los cuales se encuentran los conocidos ETF (Exchanged Traded Fund) o fondos cotizados.
Una mezcla entre fondos de inversión y acciones que permite a los inversores particulares invertir en cualquier clase de activo, un aspecto siempre deseable.
La cuestión es que existen una gran variedad de ETFs, así que el mercado ofrece un amplio abanico de oportunidades de inversión. Desde ETFs de renta variable o renta fija, hasta de materias primas o ETFs globales, entre otros.
Además, los ETFs poseen buena liquidez y otorgan una diversificación adecuada, ideal tanto para inversores principiantes como para expertos.
Asignación de activos óptima, simplicidad en la operativa y costes bajos. En definitiva, resultan un producto financiero práctico para el inversor de a pie.
El propósito de este artículo es enseñarte qué son los ETFs y cómo funcionan para que entiendas su papel en los mercados financieros y en la cartera del inversor, al ser un producto que facilita el acceso y la inversión hacia prácticamente toda clase de activos.
Empecemos.
¿Qué aprenderás en este artículo?
¿Qué es un ETF y cómo funciona?
Un ETF (Exchanged Traded Fund) o fondo cotizado es un instrumento de inversión cuya finalidad es replicar el comportamiento de todos los activos que componen un índice de referencia, ya sea de renta variable, de renta fija, materias primas, divisas o cualquier otro activo financiero.
¿Y qué quiere decir esto?
Pues que, a efectos prácticos, el inversor compra una gran variedad de activos (acciones, bonos, oro… en función del tipo de ETF) y en la misma proporción que el propio índice.
Pero no solo abarca la renta variable, sino que el índice también puede ser de renta fija, de commodities u otros activos financieros.
Por lo tanto, el ETF permite adquirir una cesta de valores que facilita la diversificación de la cartera.
Y es que realmente los ETFs son un producto híbrido, al compartir ciertas características con los fondos de inversión y con las acciones.
Por un lado, su política de inversión se basa en reproducir el movimiento y la evolución del índice (como un fondo indexado). Por el otro, posibilita la opción de comprarlo y venderlo de manera continua, incluso durante el día (como una acción).
Así que los ETFs son instituciones de inversión colectiva (IIC) con participaciones y un precio o valor liquidativo, de la misma manera que un fondo de inversión. Pero la diferencia es que dichas participaciones cotizan en la bolsa de valores como una acción, facilitando la negociación constante y a tiempo real.
Además, la buena liquidez y las bajas comisiones son aspectos que mejoran la eficiencia y comodidad de la inversión.
Principales características: ventajas e inconvenientes
Indudablemente los ETFs ofrecen una característica esencial y práctica para todo inversor, el hecho de poder invertir en cualquier ámbito, región y activo.
La realidad es que para un inversor particular no es sencillo empezar a crear una cartera eficiente y bien diversificada, a no ser que cuentes con un capital destacable.
En este sentido, los ETF solucionan este aspecto al proporcionar la opción de diversificar cómodamente y con una operativa sencilla. Sí, está bien buscar la máxima rentabilidad en cada una de tus inversiones, pero también es importante asumir un riesgo adecuado a tu perfil.
Y es que la buena diversificación conlleva una aminoración de la volatilidad, es decir, reduce el riesgo global de la cartera.
Invertir en ETF brinda varios factores positivos, aunque como siempre también existen aspectos negativos.
A continuación te comento las características más importantes de estos productos financieros, algunas de ellas ya expuestas, así como sus principales inconvenientes:
Liquidez. El ETF cotiza durante toda la sesión bursátil y un inversor puede realizar la compraventa en cualquier instante al contar con una elevada liquidez. Además, la liquidez está prácticamente garantizada al existir entidades que asumen el compromiso de contrapartida y ofrecen posiciones compradoras o vendedoras con un diferencial pequeño en los precios. Comisiones bajas. Al ser un sistema de gestión pasiva las comisiones son más baratas y asequibles, en comparación con los fondos de inversión activos. Las comisiones son un factor importante en la rentabilidad de la inversión a largo plazo, así que no las desprecies. Por otro lado, el coste de operación total por crear una cartera con varios activos se reduce significativamente. Diversificación. Cada una de las participaciones representa una cesta de decenas o cientos de valores, así que facilita una práctica diversificación. Eso sí, un ETF suele centrarse en una zona geográfica o en un sector determinado, por lo que para aumentar la diversificación siempre es interesante invertir en ETF de distintos países o en ETFs de otras clases de activos. Accesibilidad al mercado. Existen una gran variedad de ETF para invertir en varias clases de activos, permitiendo el acceso a prácticamente cualquier ámbito y sector del mercado. Asimismo, la compraventa puedes realizarla a través de tu bróker habitual. Transparencia. Se trata de un producto consolidado en los mercados financieros con el que dispones de las cotizaciones a tiempo real y de toda la información relevante al respecto.
Fiscalidad menos ventajosa. Los ETFs tienen un régimen fiscal particular, semejante al de las acciones. Asimismo, las plusvalías obtenidas no están sujetas a retención al venderlas, pero a diferencia de los fondos de inversión no es posible realizar traspasos sin tributar, así que no permiten diferir el tiempo de carga fiscal. Riesgo de mercado. Al ser una estrategia de inversión pasiva que replica exactamente el comportamiento del índice, no es posible reducir la propia volatilidad o riesgo del mercado (como sí lo hacen los fondos de inversión activos). La relación rentabilidad-riesgo es una ratio a tener en cuenta por todo inversor, así que a veces sacrificar un poco de rendimiento para reducir riesgo puede resultar provechoso. Además, ciertamente en los períodos de bonanza es complicado batir al mercado, pero cuando la bolsa cae la volatilidad del mercado también suele ser superior. Imposibilidad de batir al índice. La gestión pasiva no puede superar las rentabilidades del mercado, como mucho ofrece un rendimiento igual o próximo (por las pequeñas comisiones). Esto puede suponer un inconveniente para aquellos inversores que buscan batir al mercado y prefieren estrategias de inversión activas. Aunque cabe destacar que también existen los llamados ETF Smart Beta, los cuales intentan superar al mercado a través de pequeños cambios en la composición de los activos del índice de referencia.
Tipos de ETF
Los mercados financieros proporcionan una infinidad de ETFs. Miles y miles de ETF que ofrecen un gran abanico de posibilidades para dar respuesta a todo tipo de inversor.
En este sentido, la oferta se ha ido adaptando a la entrada de nuevos inversores de diferente perfil en el mercado, retroalimentándose de esta situación y creando nuevos ETFs para satisfacer a la demanda.
Así que a día de hoy la gran variedad de posibilidades otorga una ventaja al inversor, al disponer de muchas opciones y poder invertir en el ETF que mejor se adapta a sus necesidades del momento.
Pero como existen tantos, te puedes volver loco buscando. Por suerte, según distintas variables y factores es posible agruparlos en grupos para facilitar la elección del inversor.
Primero de todo, recuerda que los ETF pueden categorizarse en función de los activos del índice subyacente ya que pueden contener diferentes tipos de inversiones, ya sean acciones, bonos, commodities, divisas o un mixto variado.
Seguidamente te muestro las divisiones principales con el objetivo de definir las clases y tipos de ETF que existen:
- ETF según el índice que replica
Dentro de esta categoría encontramos los ETF de renta variable, ETF de renta fija, ETF de materias primas, ETF monetarios, ETF sectoriales, ETF globales… siempre en función de los activos que componen el índice subyacente y de la zona geográfica.
- ETF físico o ETF sintético
Esta división se basa en la manera que tiene el ETF de replicar el índice.
En el primer caso el ETF compra las acciones físicamente para replicar exactamente al índice de referencia, así que su evolución es prácticamente idéntica, exceptuando comisiones y pequeños errores. Resulta la inversión en ETF más habitual para un inversor particular.
En cambio, un ETF sintético utiliza productos financieros derivados (contratos de swaps con bancos de inversión como contrapartida) para imitar el comportamiento del índice.
Esto implica que la cesta de valores puede no estar correlacionada con el índice, además de un mayor riesgo de crédito en la contrapartida. Aunque también es cierto que esta clase de ETF cuenta con costes de gestión inferiores y permite acceder a mercados poco líquidos.
- De acumulación o de distribución
Al invertir en un ETF o fondo verás que al final del nombre aparecen las siglas ‘Acc’ o ‘Dist’, en función de si reinvierte o no los dividendos generados por las acciones del índice subyacente.
De esta manera un fondo cotizado de acumulación (Acc) reinvierte los dividendos en el ETF, aprovechando la fuerza del interés compuesto e incluso siendo capaz de generar más rentabilidad que el propio índice.
Sin embargo, los ETFs de distribución (Dist) ingresan los dividendos generados en la cuenta de valores del inversor, así que dispones del dinero físico cuando se produce el reparto de los dividendos del ETF. Recuerda que en este caso los dividendos tributan y deberás pagar un porcentaje de entre el 19% y el 26% en impuestos.
- Normal o apalancado
El primero resulta el más común, en el cual inviertes un dinero sin endeudarte y cuentas con el mismo riesgo que el índice subyacente.
Por su parte, el ETF apalancado posee una mayor exposición al riesgo ya que replica el rendimiento y multiplica la rentabilidad por un factor. En efecto, puedes lograr rentabilidades adicionales en comparación con los ETFs normales, pero las pérdidas también serán más abultadas.
Además, financias con deuda la inversión dado que con el apalancamiento tan solo es necesario depositar una pequeña parte del total de la inversión, por lo que no suele ser muy recomendable para el inversor de a pie.
- ETF directo o ETF inverso
Para terminar, el directo es el ETF común que genera rentabilidades positivas cuando el índice sube y pierde cuando el índice de referencia baja.
En cambio, los ETF inversos invierten a la baja y obtienen una rentabilidad contraria al índice subyacente, es decir, pierden rentabilidad cuando el índice sube y ganan cuando cae.
Para un inversor particular lo más habitual y práctico es invertir en un ETF físico, normal y directo. No solo por la sencillez y la facilidad de comprensión del ETF, sino también porque supone un menor riesgo.
En cuanto a la opción del reparto de dividendos (Acc o Dist) y a la categoría de activos que replica el ETF (renta variable, fija, materias primas, etc.) es cuestión de cada inversor determinar cuál es el más conveniente, aunque particularmente prefiero la reinversión de dividendos para aprovechar el interés compuesto y maximizar la rentabilidad a largo plazo.
Por lo tanto, el gestor no imita al índice en su totalidad, sino que realiza pequeñas modificaciones en los valores y cambia las ponderaciones de las empresas que componen el índice con el objetivo de maximizar la rentabilidad y superar al mercado, o en su defecto disminuir el riesgo de la cartera.
Cómo invertir en ETFs
Para empezar a invertir en productos financieros es necesario un intermediario, más conocido como bróker. Así que el primer paso es abrir una cuenta en un bróker de confianza.
Aunque ciertamente para invertir en ETF también es óptimo utilizar gestores automatizados o robo advisors, como puede ser el caso de Inbestme.
Bien, una vez elijas la plataforma a través de la cual realizarás las operaciones, es hora de decidir en qué tipo de ETF quieres invertir.
Para ello es recomendarle conocer tu perfil como inversor y la estrategia de inversión que vas a emplear. Ten en cuenta que para un inversor particular siempre es interesante invertir a largo plazo, aunque dado que los ETF se comportan como una acción es posible comprarlos y venderlos dentro de un mismo día para realizar trading.
El sistema es el mismo que con las acciones, así que el riesgo que asumes con el trading es elevado.
Invertir en ETFs te permite empezar a diversificar y disminuir el riesgo global de la cartera, siendo una estrategia con la cual no es necesario estar constantemente pendiente del mercado, al igual que con los fondos de inversión.
¿Cuál es el mejor ETF para invertir?
Sinceramente, determinar los mejores ETFs es complicado.
La cuestión es que los mercados financieros varían constantemente, y aunque un ETF haya ofrecido una elevada rentabilidad en un período determinado, no implica que mantenga el mismo rendimiento a futuro.
Además, existen una gran variedad de ETF en función de la clase de activos del índice subyacente, así que en cada categoría puedes encontrar varios interesantes. Como comentado, puedes usar las herramientas de Morningstar para tus análisis.
Dicho esto, el SPY (el ETF del S&P 500) es uno de los más conocidos en renta variable y con mejores rentabilidades durante los últimos años.
Sin embargo, este hecho no garantiza nada de cara al futuro. Realmente todo lo que ha funcionado durante los últimos 10 años, puede no servir durante los próximos 10.
Así que la clave siempre pasa por estudiar y analizar la situación económica, determinando los mercados o sectores que pueden resultar más provechosos actualmente y dentro de unos años con la finalidad de encontrar buenas inversiones a largo plazo.
Por otro lado, es imprescindible determinar tu perfil de inversor para que el tipo de ETF suponga una inversión adecuada para ti y replique una clase de activos con un riesgo que puedas soportar.
Sí, maximizar la rentabilidad es importante, tanto como asumir un riesgo adecuado con el que sentirte cómodo.
Por último, también es recomendable consultar el tracking error del fondo cotizado, realizar rebalanceos periódicos y tener en cuenta las comisiones.
Principalmente se usa para comparar fondos indexados o ETFs frente al índice bursátil que tiene como referencia. En el caso de la gestión pasiva, cuanto más baja sea la ratio, más eficiente es la réplica del ETF.
Asimismo, si deseas conseguir una óptima diversificación considera invertir en ETF de diversas áreas geográficas y en varias clases de activos. Una baja correlación implica una destacable disminución de la volatilidad inherente de la cartera.
Fiscalidad de los ETF
El ETF no es más que una mezcla entre un fondo de inversión y una acción.
Entonces… ¿cómo tributa?
Pese a que existen algunas controversias, hasta la fecha a los ETFs se les aplica el mismo régimen fiscal que a las acciones. Por lo tanto, en el IRPF se incluyen dentro de las rentas del ahorro como ganancia o pérdida patrimonial, y el porcentaje de tributación es el mismo que el de las acciones.
Asimismo, 2021 recoge una subida de tres puntos porcentuales que se aplica a los rendimientos superiores a 200.000€.
Así que la tributación para las ganancias patrimoniales producidas por la venta de un ETF o fondo cotizado queda de la siguiente manera:
- El 19% para las ganancias de los primeros 6.000€
- Un 21% para los beneficios de entre 6.000€ y 50.000€
- Un 23% para ganancias de entre 50.000€ y 200.000€
- Y finalmente, un 26% para las ganancias superiores a los 200.000€
Además, una de las principales diferencias con respecto a los fondos de inversión es que los ETFs no cuentan con ventajas en los traspasos.
Es decir, al cambiar de un ETF a otro se considera como una venta y una compra posterior y no existe exención fiscal. Por lo tanto, debes pagar los porcentajes mencionados en caso de que se produzcan beneficios.
Eso sí, al menos es posible compensar las pérdidas producidas por los ETFs con otras ganancias patrimoniales durante los siguientes cuatro años a su generación, es decir, compensarlo con beneficios obtenidos en fondos de inversión o acciones.
Conclusión
La inversión pasiva es una estrategia de inversión con cada vez más adeptos.
Esto es así porque para los inversores particulares resulta una forma práctica y sencilla de invertir en varios ámbitos de los mercados financieros, ya sea a través de ETF o fondos de inversión pasiva.
Realmente un ETF es un producto financiero óptimo para inversores novatos y con poca experiencia, o en su defecto para aquellos que no poseen tiempo suficiente para observar constantemente los movimientos del mercado.
Y es que en tiempos de bonanza y subidas de la bolsa, suelen obtener rentabilidades superiores a la mayoría de fondos de gestión activa. Eso sí, las pérdidas también suelen ser más abultadas cuando el mercado experimenta caídas.
Pueden batir en cuanto a rentabilidad a largo plazo, ¿pero en riesgo?
La cuestión es que la gestión activa no solo busca maximizar la rentabilidad, sino también reducir el riesgo total de las inversiones. En cambio, al invertir en ETF o fondos indexados el inversor asume todo el riesgo de mercado.
Es cierto que invertir en ETF te permite diversificar, pero sigues concentrando el dinero en un mismo mercado o sector.
Si tu estrategia se basa en la inversión pasiva, es recomendable distribuir las inversiones en varios países, sectores y clases de activos, no solo comprar un único ETF.
Recuerda que la ratio rentabilidad-riesgo es una de las más importantes para todo inversor.